lunes, 6 de diciembre de 2010

Los libros que hablan

Hola mis Bloggers!!!

Siempre es un placer pasar por estos rincones cibernéticos y reencontrarme con mis ideas pasadas, con aquellas expresiones que salieron de mi corazón abatido y algo maltratado...

Hace dos días tuve la dicha de pasar verdadero tiempo de calidad con mi abuelito Miguel, y digo "tuve la dicha", porque cada vez que me cuenta una parte de su historia, provoca en mi mente una gran producción de ideas y sentimientos que me sumergen en sus relatos y me pierden en la cronología y los paisajes de aquella época, donde todo era respeto y los caballeros solucionaban sus diferencias con sus puños; y unas cuantas cervezas eran el ungüento que sanaba los rencores y sellaban las heridas en el orgullo del que perdía la pelea. Tuve la suerte de compartir sus vivencias a través de sus palabras sabias, tan llenas de ciencia y experiencia que asombraban a mi joven entendimiento, a la vez que aprendía lecciones de vida, sí, lecciones que marcaron tanto la vida de un joven inquieto, galán y bohemio, que se convirtió en el hombre sabio, discerniente y lleno de valores que hoy en día comparte sus vivencias con gente como yo, que anhelan saber los por menores de su camino al presente, los detalles del pasado que moldearon su caracter y lo convirtieron en lo que es hoy.

Si te pones a pensar, resumir 82 años de historia no resulta nada fácil, pero para él, es como deletrear su nombre, cuenta sus historias sin ningún tipo de censura, no recurre a la omisión de ciertos detalles, sino que, los resalta y los maquilla tras una sonrisa pícara y una mirada hacia el cielo que claramente dice: ¡Que buenos tiempos!. Usa un lenguaje algo complejo, no por la dificultad de sus palabras, sino porque algunas de esas unidades léxicas se extinguieron hace más de cincuenta años, "coi", "fonda", entre otros, son palabras que recuerdan la sociedad del ayer y evocan con nostalgia tiempos de abundancia y mejor vivir.

Una de las cosas que más resalta es la calidad de sus amigos, y el pésimo comportamiento de algunas mujeres o "hembritas" como el las llama con cariño. Cuenta con orgullo sus derrotas, porque fueron esos fracasos lo que lo ayudaron a tener éxito en la vida, fueron los momentos de hambre y necesidad los que lo hicieron valorar los favores de Dios en su vida, fueron esas horas de duro y arduo trabajo las que formaron su carácter de hombre trabajador. Insiste en perdonar a los que tanto daño le hicieron, una virtud que sólo la poseen los hombres hacedores de historia.
Seres como él, hacen que una simple conversación se convierta en una verdadera cátedra sobre la vida.

Me puse a reflexionar sobre todo lo que me contó esa noche, y sin exagerar, me quedé asombrado y concluí que el material con el que este hombre está hecho, ya no viene para los moldes de nuestra sociedad actual, aprendí que a pesar de los errores y las caídas, siempre, siempre, se puede volver a empezar, como el mismo dijo: "No me importó quedarme sólo con una hamaca y una colcha después del divorcio, lo importante es que tenía la oportunidad de volver a empezar". Abuelito, eres el mejor, definitivamente, aprendo cada día algo nuevo, tus historias me parecen fascinantes; me encanta saber que cada vez que nos sentamos a conversar, ya sea en tu oficina, o en la orilla del río mientras observamos las embarcaciones de la empresa, o incluso en tu hamaca del patio de la casa, sé que será toda una experiencia y me preparo para perderme en el universo de tus historias para continuar así mi proceso de aprendizaje.

Hoy y siempre abuelito Miguel Cevallos Pozo, tus palabras permanecerán grabadas en mi corazón, han pasado los años y soy más alto que tú, pero todavía te miro para arriba, para algún día poder ser como tú. Te amo padre mio!

Te lo digo aquí en la tierra, y tengo la seguridad que..

Nos veremos en el cielo.


Carlos Cevallos M.

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