martes, 19 de julio de 2011

¿Cómo quieres ser mi amiga?

Mis queridos bloggers y no bloggers:

Para mí siempre será un verdadero placer reencontrarme con ustedes en estos rincones donde relato lo que vivo, expreso aquello que siento y transmito esas cosas que suelen ser insignificantes, pero que son la esencia de nuestras vidas.
Hace mucho tiempo que no vivía algo como lo que me sucedió recientemente… Tuve el gran honor de conocer a una mujer maravillosa, tan llena de virtudes, de valores firmes, de conciencia limpia, de corazón maltratado y de manos trabajadoras. Era una de esas chicas que no sueles encontrarte todos los días por las calles de tu ciudad, ella era alguien completamente diferente, ningún estereotipo le calzaba, es más, encasillarla en una tendencia o en algún tipo de grupo es imposible; una mujer sin temor a salir sin maquillaje y sin pendientes, que mostraba sus manos sin manicure con mucho orgullo, ya que esas son el sustento de su hogar… Mucho más que una mujer, una dama al ciento por ciento.
Un día me escribió para preguntarme si me gustaba el rock, pregunta con una respuesta obvia, ¿qué puedes pensar de alguien que lleva tatuado dos semi-corcheas en su brazo? Bueno, el caso es que le dije que sí y me hizo una invitación indirecta para ir a escuchar rock a un bar, la cual fue inmediatamente aceptada con cierto asombro de mi parte. Dentro de mí, se vinieron miles de pensamientos llenos de dudas, tales como: ¿Qué hace una chica tan guapa invitándome a salir? ¿Cómo debo tomarme esto, como una simple salida, una cita? En fin, miles de interrogantes que poco a poco fueron invadiendo mis pensamientos a tal punto que decidí dejar de hacer todo lo que estaba haciendo y me enfoqué en lo que se venía: Mi primera cita con esta preciosura de mujer.
Salimos, quizás el plan cambió radicalmente, pero tuvo el giro adecuado para hacer de esa noche, una velada perfecta. Fuimos a uno de mis bares favoritos, escuchamos música en vivo, bebimos cerveza, hablamos mucho; y es en este punto donde me quiero detener… Hablamos de todo un poco, conocí a través de sus palabras una historia muy triste sin un final feliz, con personajes variados con diferentes matices emocionales y afectivos, lo que más me llamó la atención de esa conversación fue que ella no era la protagonista de esa historia, ella era la narradora omnisciente de la misma, se veía desde fuera del relato y me mostraba su vida cual arquitecto muestra una maqueta de un edificio. Las horas pasaron, los tragos comenzaban a cambiar los temas de conversación y la música amenizaba el ambiente; fue justo en ese momento cuando entró el dueño del bar, se acercó a la mesa donde estaba sentado junto a esta bella dama, nos saludó y acto seguido me entregó un micrófono inalámbrico y me dijo: “Cante maestro.” Ella miraba con mucha atención lo que sucedía y se notaba en su rostro una gran incertidumbre, no sabía qué clase de reacción iba a tener yo. Sin titubear dije: “¿Qué cantamos hoy mi pana?” – a lo que el dueño del bar respondió: “Lo que usted quiera mi maestro.” Fue así que solicité al guitarrista que empezara a entonar una melodía en la guitarra y comencé a cantar… Ese momento fue mágico, jamás había experimentado la sensación de admiración que sentí en aquel momento, ella iluminaba el lugar con sus ojazos verdes, yo, quedé deslumbrado por su belleza y ella… impresionada por mi voz. Los minutos se hicieron horas y fue así que el guitarrista ya no quiso seguir tocando, fue entonces cuando tomé la posta y me dediqué a cantarle a ella; en ese momento mi repertorio no abasteció para poder decirle todo lo que sentía y quería que cada segundo que gozaba de su atención sea eterno… Al momento de irnos, se acerca uno de los meseros del lugar y nos preguntó que cual de los dos iba a pagar la cuenta, obviamente yo levanté la mano con firmeza y cierta autoridad y dije: “¡Yo!” a lo que ella me respondió que no iba a permitir que todos los gastos de la noche los asuma yo etc, etc, etc… El caso es que, como es natural, pagué, en contra de su voluntad, la acompañé hasta su casa y ahí la dejé… Mientras el auto se alejaba, yo sentía que la necesidad de seguir a su lado iba aumentando, hasta el punto que decidí escribirle un mensaje de texto, agradeciéndole por la velada tan increíble e invitándola a repetir la experiencia.
Transcurrieron algunos días, donde mi ilusión se veía alimentada por las palabras tan hermosas que salían de su boca, honestamente, es la primera mujer que ve en mí tantas cosas buenas… Todo marchaba bien, hasta que llegó la hora de bajarse de la nube…
Pasaron unos cuantos días y ella simplemente decidió desaparecer por 48 horas, las cuales fueron para mí las más largas de mi historia, sí, desapareció por completo, nunca contestó mis llamadas, no me escribió en ningún momento, vamos, desapareció totalmente. Yo llegué a pensar que había dicho algo que la incomodara o que quizás en realidad algo malo le había pasado; es que me tenía tan acostumbrado a sus mensajes constantes y a sus excusas para vernos, en fin, estaba viviendo un idilio…
Tuve que pasar, una vez más, por el amargo camino de la desilusión, me confesó que durante el tiempo que se desapareció, se reconcilió con alguien que quería mucho, que se iba a dar una nueva oportunidad y que a pesar de todo esto podríamos seguir siendo amigos… Me recalcó que la decisión no fue fácil de tomar, pero que ella guardaba esa esperanza dentro sí misma, ella anhelaba estar con él desde hace mucho tiempo atrás, me dijo lo que siempre me ha dicho, que soy un hombre genial, que tengo muchas cosas lindas, en fin, una lluvia de elogios que todavía al escribirlos traen a mi corazón una sensación de vacío, sí, no tuve la oportunidad de demostrarle realmente lo que soy, que quizás su visión de mí se iba ampliando poco a poco y se podría decepcionar o tal vez no, quizás podríamos haber llegado a vivir una gran historia y yo pude haber sido ese final feliz que le faltaba a su vida… Pero no fue así.
Me pidió que seamos amigos, me pidió que le prometa que todo va a ser como siempre, que no tiene por qué cambiar todo… Para ser honesto, no va a ser lo mismo, ¿cómo quieres ser mi amiga, si por ti daría la vida? Así lo dijo Jarabe de Palo en una canción… No se equivocó, Por ella soy capaz de renunciar a todo, de vivir en un mundo desconocido, de arriesgarme a perder, con las mismas posibilidades de atreverme a ganar. Vaya dilema, no es que no quiera ser tu amigo, en realidad, no puedo serlo… No voy a reprimir esto que llevo dentro, lo siento si no soy tan dulce como de costumbre pero es la realidad…
La verdad es que la razón me obliga a concluir que mujeres como ella siempre se quedan con hombres que no las merecen, mi corazón siente que todo pasa por algo y que quizás no es el tiempo de volver a amar, mientras mi cerebro y mi corazón discuten, yo trato de escapar de esta tristeza que hoy invade mi ser, miro sus fotos, recuerdo su sonrisa tan auténtica, es como si estuviera escuchando su voz susurrándome al oído “No te duermas, sigamos hablando.” Ella me dijo algo que jamás olvidaré: “Debería estar feliz, pero no lo estoy, estoy triste, estoy triste por ti.” Gracias a ella volví a ver algo más allá de mis fronteras, expandí mi visión hacia el infinito, me inspiró a ser quien realmente soy, me enseñó que no hace falta fuerza, sino maña…
Por mi parte, le deseé lo mejor, le hice saber que lo más importante de todo esto es que ella escogió escuchar a su corazón, sólo espero que Dios respalde su decisión y que jamás se arrepienta de haberla tomado.
En este camino llamado vida, no hacemos más que morir cada día, como lo dijo Arjona: “Desde que nacemos compartimos este síndrome de caducidad”….Nuestro diario vivir no es más que una cuenta regresiva donde todos corren, se apresuran por dejar huella, por marcar un antes y un después y mientras hacemos todo eso no nos damos cuenta de lo maravilloso que puede ser vivir sin preocupaciones, que no está mal irse sólo a algún lugar lejano y perderse, con la finalidad de encontrarse consigo mismo… Basamos nuestras vidas en metas y no nos damos cuenta que lo único que se aproxima es el final… Gracias a este razonamiento he llegado a una conclusión, todos tenemos lo que merecemos en el momento oportuno, en el lugar adecuado y con la persona correcta.
La verdad, te deseo lo mejor del mundo, quizás sea la primera vez que lo diga en esta situación, pero sí, aquí estaré, no como tu amigo, pero aquí estaré… Cuando más o cuando menos me necesites, a ti no te puedo negar un abrazo, una palabra, un consejo o incluso… una tonelada de amor ;)
Mis amigos, la felicidad no es la meta, sino simplemente es el camino.

Nos veremos pronto… tenlo por seguro… que si no es aquí…
Nos veremos en el cielo.

Carlos José Cevallos Mosquera