lunes, 19 de octubre de 2015

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Programas Analíticos: Programas Analíticos: Programas de Estudios de las diferentes Carreras de  la Facultad de Ciencias Administrativas Se les recomienda a los señores usuarios que...

lunes, 7 de septiembre de 2015

Sueños de un plebeyo

En la vida hay momentos que no deberían recordarse. Los seres humanos deberíamos estar programados para olvidar aquello que tanto daño nos hace, si la evolución es una teoría probada, por que los hombres no podemos desarrollar ese sistema 'inteligente' de defensa emocional? Nos ayudaría mucho, incluso, en algunos casos, evitaría la muerte de algunos que no tienen tolerancia a los recuerdos negros, a los días grises y a los amaneceres sin sol... Hoy me dispuse a volver a escribir después de tantos años, leyendo mis posts anteriores, veo como han cambiado las cosas, algunas para bien, algunas para mal, pero lo mas importante es que no me estanqué en el pasado, al menos no del todo. Hoy por hoy, me encuentro solo, como de costumbre, como siempre, tal cual como cuando mis ojos vieron por primera vez la luz del mundo, solo, como el reflejo de la luna sobre las calmadas aguas de un lago en una fría noche de invierno en el lejano Reino Unido, solo, como se siente el sol,al verse en la obligación de iluminarse y calentarse por si mismo; solo, como el viento, recorriendo las llanuras de un desierto helado, gris, árido y vacío, en fin, solo, como cuando tu presencia no llena la vida de nadie en especial, tan solo que a veces el mismo aire se olvida que existo y me abandona por momentos,justo cuando mas lo necesito. Viví dentro de un cuento de hadas, una historia de una princesa y de un plebeyo que quiso ser su príncipe, fue un sueño, lo se, pero podría jurar que fue tan real, siento que lo viví, pero desperté, en el momento menos indicado, justo en la mejor parte, cuando todo era hermoso... En aquel sueño pude experimentar por primera vez tantas cosas: pude ver hermosos amaneceres y atardeceres amarrado a la cintura de mi princesa, tuve la oportunidad de perderme en la inmensidad de sus ojos color roble, sentí la dulzura de sus besos, la calidez de sus abrazos y la ternura de sus caricias; incluso me di el lujo de contemplarla mientras dulcemente dormía y verla despertar con una sonrisa al sentir la intensidad de mi mirada. Pero confieso que también vi su corazón triste, probé las lagrimas que salieron de sus tiernos ojos, aquel sabor de dolor, indignación e indiferencia, sentí el rechazo, el odio y el temor... fueron tantas cosas, todas a la vez, en este sueño tan breve. Aún recuerdo, con tristeza y melancolía, cuando la princesa emprendió un viaje de una sola via, ni siquiera empacó, no le dio tiempo, simplemente se fue con su traje rosa, zapatos grises y junto con ella, mis sueños, mis esperanzas, mis ilusiones, mis ganas de vivir... se fue con todo aquello que yo consideraba hermoso, se llevo mis conceptos, mis ideas, mis pensamientos, mis horas de sueño, mi inspiración, mis fuerzas, mis anhelos, mis palabras de aliento, mi amor... a cambio de todo lo que se llevo, me dejo una lista innumerable de motivos para sentirme culpable, me dejo su indiferencia, su apatía y tantas cosas que nunca me imaginé que cabrían en ese ser tan sublime. Tiempo después, ella envío a su corte para que recogieran en su carruaje todo lo que juntos habíamos construido en ese palacio de amor, donde soñamos despiertos y comenzábamos a ver la cosecha de aquellos sueños que alimentamos con tanta ilusión y trabajo diario. Cuando desperté de ese sueño, comencé a extrañarla, a recordar esas cosas que tanto me gustaron mientras esa breve ilusión inundaba mi corazón con esperanza y a mi mente le daba alas para imaginar una eternidad junto a ella. Desde entonces, es muy difícil imaginar la vida real sin una princesa así... tan compleja, nada normal, fuera de lo común, llena de defectos y quizás con un corazón tan sucio como el pensamiento vacío y banal de una vida sin ella... Aquel sueño fue tan real, que parece que de verdad pude humedecer su piel con mis labios, incluso me parece guardar el sabor de sus dulces besos, y el aroma hipnotizante de su hermosa cabellera. Ahora, cada noche duermo e intento concentrarme para buscarla en aquel muelle invisible e infinito que reposa en lo más profundo de mi ser, trato de refugiarme en aquellas memorias que desde aquella vez no se borran de mi mente y que marcan a diario el rumbo de mi existir; confieso que guardo un rencor titubeante en mi interior, no logro explicarme cómo, puede dejarla partir, incluso si me hubiera costado la vida por seguir soñando eternamente, hubiera aceptado vivir la eternidad en esa ilusión perfecta, viva, llena de emociones y alegrías, incluso no cambiaría ni un solo momento, porque lo bueno y lo malo probaban la pureza de esta historia, de este cuento de hadas que ahora no es más que la excusa perfecta para cada noche ir a dormir con la esperanza de volverla a ver como la dueña de mis canciones, la musa de mis poemas, mi única y eterna princesa, la que por siempre será el motivo que haga que este iluso trovador aproveche cada instante para buscarla entre mis sueños. Quizás no te vuelva a ver, pero tenlo por seguro que... Nos veremos en el cielo. Carlos Cevallos M.